El edificio Athanasius, ubicado a unos pasos del Mullin, alojará al Centro Ignis y está pensado para ser un espacio productivo para las carreras de Comunicación, Ingeniería Audiovisual y Artes Visuales
En el número 2871 de la calle Urquiza, detrás del movimiento incesante del tránsito, del verdor de los árboles que caen sobre la vereda y de esa fachada imponente, hay un mundo luminoso, abundante y que anuncia un futuro lleno de energía.
Allí, en esa antigua fábrica textil que el arquitecto Alexis Anderson reconvirtió en una obra misteriosa y contemporánea, funcionará el edificio Athanasius, otra de las grandes apuestas para el 2021 de la Universidad Católica.
El espacio de más de 1.400 metros cuadrados albergará al Centro Ignis que, después de décadas, deja atrás sus emblemáticas oficinas y lugares de prácticas en el tercer piso del Edificio Central. Allí también convivirán los estudiantes de Comunicación, Ingeniería Audiovisual y Artes Visuales. En cada una de esas habitaciones realizarán sus prácticas: probarán los equipos audiovisuales, harán preguntas, esperarán respuestas, llevarán adelante sus realizaciones, tomarán sus primeras fotografías, filmarán sus primeros documentales, se pararán por primera vez frente a un micrófono, a una cámara. Entre esos muros, al final del día, cada uno de los estudiantes que pasen por ahí se apoderarán de cada uno de los lugares, vivirán esos años fermentales y soñarán con lo que quieren ser. Más allá de que Athanasius será el hábitat natural de las carreras vinculadas a la producción audiovisual y artística, el gran reto de Ignis es que todos aquellos –estudiantes y también profesores– que tengan un interés por la fotografía, las artes visuales, el cine, la televisión, la radio se acerquen al nuevo edificio. Con la transformación curricular y la transversalidad que tendrán las carreras en 2021, no hay duda de que los espacios de Athanasius serán un punto de encuentro ineludible para la comunidad universitaria.
A continuación, Natalia Espasandín, directora de Ignis, cuenta cómo se concibió el nuevo edificio y cómo es dejar una casa después de tantos años.
¿Cuál era la pauta para que Alexis Anderson y su equipo transformaran una fábrica textil en un edificio universitario de características bien puntuales?
Por un lado, trabajamos sobre la visión del Centro Ignis y nos preguntamos qué características tenía que tener un espacio físico que se proyectara como un polo universitario que dé impulso a la producción audiovisual nacional, de comunicación, arte y entretenimiento para Uruguay y el mundo. ¿Cómo generar espacios de trabajo conectados para disciplinas como audiovisual, fotografía, sonido, dibujo e ilustración, diseño gráfico, animación, artes visuales y multimedia en general? ¿Cómo tiene que ser un edificio que nos permita relacionarnos y adaptarnos a cada proyecto diferente y a disciplinas que cambian permanentemente? Partimos de la base de que el edificio Athanasius iba a ser un edificio productivo, un espacio para encontrarse, hacer y compartir lo generado. No iba a ser un aulario tradicional, de hecho lo que menos hay son espacios tipo salones de clase. El edificio solo tiene estudios, talleres, medialabs, coworks, rental de equipos, archivo audiovisual. Son todos espacios para llenarlos de proyectos creativos.
Por otro lado, hicimos un benchmarking de lo que otros centros audiovisuales universitarios han hecho en otras partes del mundo. Por ejemplo, tenemos un hermano mayor que es el Centro Ático de la Javeriana de Bogotá que es una referencia muy importante para nuestro proyecto.
Después de varias décadas de estar instalados en un mismo lugar, ¿cuál es la sensación previa a la mudanza de Ignis?
Este es un sueño que tenemos desde hace muchos años. Es una gran responsabilidad mudar un espacio que ha sido parte de la vida universitaria desde el origen de la carrera de Comunicación, hace ya 40 años e inaugurar un edificio como Athanasius que se ofrece a toda la UCU como un gran espacio para ser y hacer. De alguna manera imaginamos guardarnos en la maleta todas las emociones, recuerdos, anécdotas de estos años, la adrenalina de las salidas al aire de televisión, las horas sin dormir editando cada pequeña escena hasta que quede perfecta, la maravilla de las pistas de sonido que se entrelazan, la aventura de salir de rodaje con un grupo de amigos y colegas. Hay algo mágico en cualquier producción de cualquier disciplina creativa, que siempre te sorprende.