La semana pasada tuve el privilegio de compartir la preparación de un evento regional de VISTAGE con Victor Küppers, reconocido conferencista español, que ha pregonado la fórmula V=(C+H)xA , haciendo referencia al valor de las personas. En la fórmula, “C” es nuestro conocimiento, “H” nuestras habilidades y “A” nuestra actitud. Es así, que Küppers propone que lo que realmente agranda, multiplica nuestro VALOR para los demás es nuestra ACTITUD.
Por Alejandro Laborde, referente de Emprendedurismo de UCUBS
Hace tiempo me pregunto qué es lo que define nuestra actitud. Siempre recuerdo las palabras de un colega, el sociólogo Pablo Fernández (PhD), cuando evaluaba la atención al cliente de algunas empresas de servicios. Él afirmaba que los colaboradores de esas empresas, en algunas ocasiones, no atendían bien a sus clientes no porque no podían, sino porque no querían hacerlo. Es decir, podían hacerlo, solo que muchas veces no tenían la voluntad, las ganas o simplemente no encontraban los motivos. Ese no querer, esa falta de actitud, viene dada entonces por no encontrar los mecanismos de motivación adecuados, para llevar ese poder hacerlo al querer hacerlo.
En estos días se habla mucho de la impronta que tienen los líderes de varios países para navegar esta pandemia por la que pasamos. En ese mismo sentido, se resalta la importancia de los "número uno" de las empresas para ser referentes en sus variados ámbitos de acción y de la trascendencia que tienen los que están al mando de los diversos sectores de la economía.
Creo que muchas veces el liderazgo está sobrevalorado. Me parece relevante el rol que tenemos todo el resto de las personas a las que no nos toca jugar ese papel. Quiero detenerme en la importancia de los SEGUIDORES. Antes que nada, no me refiero a seguidores en el sentido que le dan las redes sociales, sino a su sentido original y más profundo. Un líder no sería un líder si no tiene seguidores que crean y confíen en él. Esa es la actitud que quiero recalcar y que creo que falta en estos días que nos toca vivir.
Hay un video que es de fácil acceso en YouTube con el título “Lecciones de liderazgo del chico bailarín”. En ese video se ilustra el punto al que quiero llegar: para que un líder se convierta en tal, tiene que haber seguidores, “locos” seguidores que confíen en él y validen su discurso. Esa actitud de seguidor, de confiar, de entregarse, creo que está muy poco dimensionada y en el momento actual toma una relevancia preponderante.
Quienes inspiran, toman decisiones, están al mando, necesitan seguidores que VALIDEMOS su discurso, sus pedidos, su visión. Esto supone una actitud de confianza, de empatía, de querer pensar en el bien común por encima del individual. Supone evitar el cuestionamiento permanente, el sentirse dueño de la verdad y por sobre todo el aceptar y asumir que a la mayoría nos toca jugar hoy ese rol, ser seguidores, apoyando a quien está pidiendo nuestra ayuda y colaboración.
Imaginemos que el 28 de agosto de 1963, luego de que Martin Luther King se bajara de su estrado en Washington DC inmortalizado por su famoso discurso “I have a dream”, identificáramos entre la multitud disidentes o personas que manifestaran: “mi sueño es mejor”, “yo tengo uno diferente”, “la solución está en mi sueño”, “¿qué sabe este tipo de sueños? Está errado” “creo que es de izquierda, no puede tener razón” o tantas otras. Pensemos por un momento, que luego de que Oscar Washington Tabarez dijera “el camino es la recompensa” frente a miles de personas en el Palacio Legislativo, los jugadores hubieran declarado a la prensa “en realidad la recompensa es otra”, “el camino no sirve para nada”, “la recompensa verdadera es el premio que cobramos”…
El liderazgo supone seguidores con actitud de ACOMPAÑAR y APOYAR al líder. El liderazgo necesita de actitudes de colaboración, evitando el protagonismo y la tentación del micrófono o del ego personal. El liderazgo necesita de personas con actitud de entrega, de generosidad absoluta y de desapego máximo a los intereses personales.
Victor Kuppers en su charla del viernes dijo: “El problema no es el problema, es tu actitud frente al problema”. Nos toca vivir una época de incertidumbre, seguramente nunca antes vivida por esta generación. Ser protagonistas no implica tener el papel principal. Nuestra sociedad, nuestras empresas, nuestras instituciones y agrupaciones necesitan seguidores, actitudes de diálogo y encuentro, buscar lo mejor en el otro y no lo peor.
Hay una gran diferencia entre establecer nuestra posición u opinión acerca de un tema, tarea o situación y el hecho de ser capaces de entender que lo que sucede muchas veces es más grande que nosotros.
El desafío es grande e implica hacer vencer el querer hacerlo, por encima del poder hacerlo.