La fachada del edificio Athanasius se tiñó de colores con los murales de cuatro graduados de Artes Visuales
Al principio fue una mole gris. Después las plantas empezaron a hacer su magia y el gris se empezó a mezclar con el verde. Y al final llegaron los distintos tonos de azul, amarillo, fucsia, naranja, rojo, turquesa y se apoderaron de los muros. De pronto, esos paredones oscuros se convirtieron en dos murales vibrantes; es muy habitual que, a diario, los peatones —distraídos y apáticos— se detengan o que, al menos, giren la cabeza para curiosear qué son esas figuras de colores. Para Rodrigo González, Adriné Segovia, Juliana Facchin y Camila Florencio —graduados de la licenciatura de Artes Visuales de la UCU— la pared lateral y la fachada del número 2871 de la calle Urquiza se convirtió en un lienzo lleno de posibilidades. Así dieron vida a los murales que, desde hace unos días, acompañan la fachada del edificio Athanasius, casa del Centro Ignis.
A continuación, Rodrigo González y Juliana Facchin integrantes de ambas duplas cuentan, entre otros asuntos, cómo fue este proceso de trabajar en esta superficie y cuál es la relación que tienen con la obra una vez que está terminada.
¿Cuál fue la inspiración para el mural?
Rodrigo González: Desde que la UCU nos propuso hacer el mural, sabíamos que era una oportunidad para trasladar el diseño de personajes a otro medio que no sea la ilustración digital. En cuanto al diseño en sí, nos pusimos de acuerdo en que la protagonista sea una chica de la que emane un poder especial. A los dos nos gusta la fantasía y ficción, tanto en libros como en productos audiovisuales, por lo que construir una imagen fuera del mundo en el que vivimos era una prioridad.
Juliana Facchin: En 2019 nos presentamos al concurso para realizar el mural (de la terraza del Edificio Central) por los 35 años de la UCU. En ese momento, luego de consultarle a estudiantes de la universidad sobre qué les gustaría ver plasmado en esa pared, llegamos a la conclusión de que lo que la gente quería ver eran colores que le agregaran alegría a los espacios de la UCU. Para este mural, decidimos tomar eso como punto de partida. Planteamos varios posibles diseños, todos ellos con esta característica en común: ser coloridos. El diseño seleccionado busca que la fachada del edificio Athanasius resalte entre los edificios de la zona, agregando color y alegría al barrio. Las formas abstractas contrastan del fondo color gris oscuro, haciendo que los colores de también resalten.
¿Qué les da el trabajo en estas grandes superficies urbanas?
RG: Nos vincula con el barrio con una calidez que es difícil de emular con otros espacios. No hubo un solo día en el que alguna persona no se acercara a apreciar lo que estábamos a haciendo y nos motive para seguir adelante. Los vecinos fueron gran parte de la intervención.
Es una lástima que muchas personas no se sientan bienvenidas en instituciones culturales por el simple hecho de estar por fuera del circuito artístico, pero eso es una realidad que no sucede con el muralismo.
JF: Pintar en grandes superficies en vía pública significa "abrir" el mundo del arte para todos, que todos puedan acceder al arte sin necesidad de ir a un museo o a una galería. Para nosotras pintar en la calle tiene una energía muy especia; siempre algún vecino que pasa nos felicita por alegrar el barrio. Pintar en la calle también nos da una visibilidad que no tendríamos si pintamos en algún lugar interior.
¿Y qué les da trabajar en duplas?
RG: Desde que empezamos la carrera, en 2017, estamos haciendo proyectos juntos. Nos sentimos muy a gusto trabajando a la par, nos complementamos, somos muy honestos con el otro y eso hace del proceso un momento constructivo.
JF: El hecho de trabajar en duplas nos da confianza y seguridad a la hora de realizar un mural. Nosotras funcionamos muy bien como equipo y confiamos mucho en el trabajo de la otra y en el ojo crítico de la otra. El proceso para realizar un mural comienza con la planificación: tomar medidas de la pared a pintar, realizar bocetos y cotización, comprar las pinturas que se necesiten. Además, creemos que trabajar juntas hace que nos potenciemos creativamente.
¿Cuál es la sensación cuando terminan la obra? ¿De qué manera se vinculan con el mural?
RG: Nos alegra un montón haber tenido esta experiencia. Pasamos por instancias que vamos a recordar por mucho tiempo como pintar a seis metros de altura en un elevador, bajo la lluvia o hasta con la hinchada de Nacional arengándonos en la previa de un partido. En mi caso vivo muy cerca del sitio, por lo que tengo la chance de pasar por ahí de vez en cuando. La verdad es que siempre nos sentimos atraídos por el arte urbano, la vida que le aporta a la ciudad y el sentido de pertenencia que genera aportarle una parte tuya al barrio.
JF: Terminar un mural te da una satisfacción y una gratitud que creo que ninguna otra experiencia te da. Es culminar un proceso que suele ser largo y de varias etapas, como comentamos anteriormente hay muchas tareas previas al día en que realmente comenzamos a pintar la pared. Terminarlo es cerrar ese proceso.
¿En qué sentido la carrera potenció su interés por trabajar en murales? ¿En cuántos murales trabajaron antes?
RG: La instancia en la que participamos en un tour por Buenos Aires dedicado a esta disciplina sirvió para definitivamente ver al muralismo como una de las posibilidades dentro del espectro del arte. Este fue nuestro primer mural. Ojalá que sea el primero de muchos.
JF: La carrera, sin dudas, nos acercó al mundo del muralismo, conocimos obras, así como también artistas que pertenecen a esta disciplina; pudimos charlar y obtener consejos de primera mano de artistas como, por ejemplo, David de la Mano y Guillermo García Cruz. Gracias a la carrera también fue que nos conocimos y descubrimos esta pasión que compartimos.
Hasta ahora realizamos seis murales juntas, teniendo en cuenta este último realizado para el edificio Athanasius.