En la UCU estamos invitados a vivir este magis en nuestro ethos, y en los cuatro rasgos que lo definen: sentido humanista, identidad y propósito personal, espíritu emprendedor, y visión de mundo.
1. Sentido humanista:
Ignacio quería compartir sus valores, convicciones, y forma de ver el mundo con los demás. En todo lo que hacía era muy entusiasta. Sin embargo, la experiencia le iba mostrando que necesitaba formarse, que no era suficiente con lo que creía. Que sus valores, convicciones y creencias necesitaban dialogar con la sabiduría acumulada de la humanidad, que se expresaba en la literatura, las artes, la filosofía y la teología. Este diálogo hizo que Ignacio pasara por las mejores universidades de su época: Barcelona, Alcalá, Salamanca y Paris. Pasar por estos lugares le ayudó a desarrollar una mirada integral, sensible y comprometida con su entorno. El ampliar horizontes le permitió ahondar en sus convicciones, y descubrir qué era lo más importante y profundo y qué era lo accesorio.
2. Identidad y propósito personal: Ignacio se puso a estudiar, como resultado de un cambio de vida muy profundo. Luego de ser herido en campo de batalla, Ignacio tuvo una experiencia de conversión, en la cual Cristo lo invitaba a seguirlo y dar lo mejor de sí. Desde este llamado, Ignacio pudo ir recalculando los modos de hacerlo. Primero, quería ir a Jerusalén y estar en los lugares donde vivió Jesús. Con este objetivo, se puso en camino desde su casa en Loyola hasta llegar a Jerusalén. Era llamado el Peregrino. En ese camino fue viviendo distintas experiencias. Una vez en Jerusalén, no le permitieron quedarse. Tuvo que recalcular y cambiar de planes. Eso le llevó a estudiar y viajar por distintos lugares. Así se fue conociendo a sí mismo y fue construyendo su camino con otros.
3. Espíritu emprendedor: El fuerte deseo de transformar la realidad hizo a Ignacio abrir nuevas posibilidades para asumir nuevos desafíos y nuevas formas que hicieran un aporte al mundo que le tocaba vivir. Así Ignacio fundó la Compañía de Jesús que fue una disrupción en el modo de entender la vida religiosa en ese momento. A partir de enviar jesuitas a distintas tareas como hospitales, cárceles, universidades, templos y misiones a un nuevo mundo, Ignacio quiso dar su respuesta a un cambio en el modo de vivir la fe que se estaba viviendo en el siglo XVI. La magnitud del desafío lo hizo crear nuevas formas de vivir su deseo de ayudar con otros.
4. Visión de mundo: Una vez que fundó la Compañía de Jesús, Ignacio fue elegido por sus compañeros como su autoridad máxima, lo que los jesuitas llamamos General. A pesar de estar en su oficina en Roma, Ignacio no perdió la mirada de mundo, y así reconociendo la diversidad de países, lenguajes, y culturas envío a los jesuitas a que cerraran grietas y descubrir nuevas posibilidades.
Sentido humanista, identidad y propósito personal, espíritu emprendedor, y visión de mundo son los cuatro rasgos que definen lo que queremos vivir en la UCU. Estamos juntos en este viaje y en la vida de San Ignacio de Loyola encontramos una fuente de inspiración.